miércoles, 9 de diciembre de 2009

Caminos de seda I


La muchedumbre miraba fijamente al pobre mago*, que había bajado desde su mínusculo pueblo para poder vender lo que había cosechado en los campos. Esas miradas eran de incredulidad, ya que no era frecuente en esos días modernos que alguien vistiese esos ropajes. Sí es verdad que la agricultura formaba parte de la cultura local, pero quizás lo que más sorprendía de este pobre señor era la tradición que inspiraba. Pero, como siempre ocurre con estas personas, que al fin y al cabo son bastante peculiares, comenzó el circo en contra de su persona.

Burlas y risotadas.

Él se sentía sitiado, como si de un ser extraño se tratase, lo cual era cierto, porque así era como la gente lo veía pero el hombre no lo supo averigüar. Sólo sabía que iba a tratarse de un camino angosto, no de seda.

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*hombre de campo

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