jueves, 26 de noviembre de 2009

La última parada.

RELATO CORTO 1.

Solía coger esa guagua* todos los días para volver a casa. Nunca me he percatado de todos aquellos, que de un modo u otro compartieron asiento conmigo, entre el sube y baja de cada parada. Ella subió desde el comienzo del trayecto, móvil en mano, hablando con una amiga por lo que logré entender. Se sentó en el asiento que se encontraba detrás. No quería escuchar su conversación, pero estaba tan cerca de mí que se me hizo imposible. Me dí cuenta demasiado tarde, pero su acento no era igual que el mío y me había cautivado. Argentina era ella y su voz.

Pasaron diez minutos, y finalmente se despidió con dos besos, y colgó. Lo único que hice fue mirar su reflejo en el cristal de la ventana. Largo cabello oscuro, rostro sereno. Eché un vistazo fugaz que fue suficiente.

El gentío aumentaba y disminuía conforme avanzaba a través de las calles de la ciudad; el viaje se me hacía largo, pero agradable.

Intenté cambiar de asiento, pero no tenía excusa válida para acercarme y decirle un simple “hola”. Pero, todo ya era demasiado tarde. Sentí un movimiento cerca mi nuca, y escuché el timbre, anunciando que la siguiente era su parada, para mí fue el timbre que me despertó del sueño.

Ya no estaba, y me quedé solo.

Es el peso que debe aguantar un enamoradizo como yo.

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*Autobús

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