jueves, 31 de diciembre de 2009

Voulez-vous


CANCIONES I


Voulez-vous.
Tómalo ahora o déjalo,
el ahora es todo lo que tenemos,
sin promesas, sin remordimientos,
no es una gran decisión,
ya sabes lo que hay que hacer.
La cuestión es que tú quieras.
Voulez-vous.

-ABBA

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Magnificencia


SOLILOQUIO I


No me hallaba en mis mejores momentos y todo el mundo se había percatado de ello, pero, no era razón suficiente para hacerme caer ante nada. No, no lo era. Debía ir allí fuera, donde fuese, con quien fuere, sin importarme el qué dirán porque no todo está dicho. Habrán osbtáculos pero los derribaré, habrán socavones pero los bordearé. Saldré airoso de cualquier situación que se interponga en mi camino, aunque no sea camino de seda.

Miro hacia el cielo, tan azul, sin nubes que lo entristezcan; montañas en el horizonte que claman ser exploradas; y mares, ¡oh, qué mares!, que añoraban ser navegados. Nunca antes el mundo me había sonreido de tal manera, y yo debía aprovecharlo, exprimir el jugo de la vida y disfrutarla al máximo, cada minuto, cada paso...

Quizás sea estúpido, pero esa estupidez me agrada.

Hay veces en las cuales debe engrandecerse las cosas, para que éstas, por pequeñas que sean, puedan ayudarte a ser feliz.

Caminos de seda I


La muchedumbre miraba fijamente al pobre mago*, que había bajado desde su mínusculo pueblo para poder vender lo que había cosechado en los campos. Esas miradas eran de incredulidad, ya que no era frecuente en esos días modernos que alguien vistiese esos ropajes. Sí es verdad que la agricultura formaba parte de la cultura local, pero quizás lo que más sorprendía de este pobre señor era la tradición que inspiraba. Pero, como siempre ocurre con estas personas, que al fin y al cabo son bastante peculiares, comenzó el circo en contra de su persona.

Burlas y risotadas.

Él se sentía sitiado, como si de un ser extraño se tratase, lo cual era cierto, porque así era como la gente lo veía pero el hombre no lo supo averigüar. Sólo sabía que iba a tratarse de un camino angosto, no de seda.

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*hombre de campo

jueves, 26 de noviembre de 2009

La última parada.

RELATO CORTO 1.

Solía coger esa guagua* todos los días para volver a casa. Nunca me he percatado de todos aquellos, que de un modo u otro compartieron asiento conmigo, entre el sube y baja de cada parada. Ella subió desde el comienzo del trayecto, móvil en mano, hablando con una amiga por lo que logré entender. Se sentó en el asiento que se encontraba detrás. No quería escuchar su conversación, pero estaba tan cerca de mí que se me hizo imposible. Me dí cuenta demasiado tarde, pero su acento no era igual que el mío y me había cautivado. Argentina era ella y su voz.

Pasaron diez minutos, y finalmente se despidió con dos besos, y colgó. Lo único que hice fue mirar su reflejo en el cristal de la ventana. Largo cabello oscuro, rostro sereno. Eché un vistazo fugaz que fue suficiente.

El gentío aumentaba y disminuía conforme avanzaba a través de las calles de la ciudad; el viaje se me hacía largo, pero agradable.

Intenté cambiar de asiento, pero no tenía excusa válida para acercarme y decirle un simple “hola”. Pero, todo ya era demasiado tarde. Sentí un movimiento cerca mi nuca, y escuché el timbre, anunciando que la siguiente era su parada, para mí fue el timbre que me despertó del sueño.

Ya no estaba, y me quedé solo.

Es el peso que debe aguantar un enamoradizo como yo.

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*Autobús

Benvenuto